Mi experiencia con el nuevo iPod, presentado a primeros de mes por Steve Jobs, llegó por casualidad este fin de semana. Me bastó con una larga espera en el aeropuerto de Gatwick y un sentimiento impulsivo a la compra de un ‘gadget’ cuyo precio era muy tentador. En la tienda Dixon me ofertaban el iPod de 8 gb por 100 ‘pounds’, unos 110 euros, frente a los 139 que te cuesta en España. Además por dicha compra me hacían un descuento de un 30% en la adquisición de unos auriculares, los JVC HA-S350, sumando todo 126 euros, frente a los 164 que hubiese supuesto en España, un ahorro de unos 40 euros que en los tiempos que corren…, te los acabas gastando igualmente.

Pero a lo que iba. El nuevo iPod es el fin del iPod. Imagino que Steve Jobs seguirá llamándole así por mucho tiempo, pero cada vez más me recuerda a las navajas multiusos suizas que te ofrecen desde un destornillador a una lima de uñas en el mismo producto. La incorporación de radio FM, cámara de video y de hasta un podómetro, viene a mostrar que el objetivo de Apple es ofrecer cada día un producto mejorado, más completo y un todo en uno. Un aparato que no se queda en un reproductor multimedia, sino que se convierte en un editor multimedia. Quien desee sólo escuchar música puede hacerlo a través del modelo clásico de iPod o del Shuffle, pero éstos no son los más vendidos.

Está claro que la gente cada vez está menos dispuesta a pagar por aparatos que sólo hagan una cosa. Por ello, creo que el iPod tal como lo conocimos en su día ha muerto. Puede ser que en un plazo breve se le añada un navegador web o un GPS o una pantalla táctil.

Si no se le han incorporado aún es porque es algo muy costoso para un ‘gadget’ tan pequeño, pero a medida que la tecnología se abarate, nos podremos encontrar con esas opciones y otras. La inclusión de una cámara de video sólo ha sido el principio.