Este domingo por la mañana volví a efectuar nuevamente mi descenso al infierno de Kibera. En la imagen de la izquierda puede verse una imagen parcial del barrio tomada desde la Escuela de Educación Infantil Esperanza, un centro para 25 niños del mismo barrio con edades comprendidas entre los 3 y los 5 años, que fueron recogidos de las calles del barrio para poder iniciarles en el camino de la formación y conseguir que vayan superando escalones para poder tener un futuro más prometedor que el que tuvieron sus padres.
En la imagen de la derecha, la vía férrea que cruza este «slum» y que une Kampala en Uganda con Nairobi. Kibera fue un campo de confinamiento de los colones británicos sobre la población negra convertido en el mayor barrio pobre de África donde malviven en condiciones lamentables e inhumanas casi 2 millones de personas. La basura, las bolsas de plástico que se utilizan para almacenar los excrementos humanos, como puede verse en los laterales de la imagen, forma parte de su estampa cotidiana.
Me pareció ver un un pequeño riachuelo cruzando una parte del poblado y cuando pregunté sobre él, me dijeron «no es un ningún río son nuestras cloacas que se deslizan por el barrio asomando su cara como cualquiera de nosotros».