Argo es más que un thriller político que desvela las técnicas empleadas por la CIA para sacar de Irán a seis de los estadounidenses que habían logrado escapar del secuestro a la embajada en Teherán por parte de los “discípulos del imán”. ´Debería ser obra de referencia en las escuelas de negocios, en los institutos y en posgrados de conflictología. Muestra claramente como la cooperación internacional y el liderazgo, en este caso, del agente Tony Méndez, pueden conseguir que un caso tan complicado como liberar de un país a un grupo de norteamericanos se acometa sin derramar una gota de sangre.
Ben Affleck como actor y, sobre todo, como director está inmenso. El ritmo narrativo trepidante, acompañado de una excelente banda sonora, te atrapan desde el primer momento.
De hecho, cuando actores, guionistas y director son capaces de trasladarte al interior de la trama, ponerte en la piel de esas personas que superaron con entereza todos los obstáculos en una atmósfera enemiga, cuando esto se consigue, la película se hace imborrable.
Precisamente hoy 4 de noviembre se recuerda el 33º aniversario de la infausta fecha que da origen a la película y en la que centenares de estudiantes iraníes tomaron por la fuerza la embajada norteamericana en Teherán. Allí en Irán esta fecha es fiesta nacional y es conocida como el “Día Nacional de la Lucha contra la Arrogancia Global”. Durante la jornada, se lanzan toda clase de proclamas contra los EE UU, los niños, bien adoctrinados en sus colegios, gritan “muerte a los EE UU” frente a los muros del edificio de la antigua embajada en Teherán, los familiares de los “mártires” de la revolución recitan poemas, y las autoridades predican discursos para enfatizar que Irán nunca reanudará relaciones con los EE UU hasta que, según ellos, “se disculpen por sus errores”.