Apoyar a los buenos estudiantes de Nairobi
Hoy viernes, ha sido un día de visitas a cinco familias cuyos hijos estudian en el Colegio Bella de Nairobi. Acompañado por el director del colegio, Vincent, y por los respectivos niños, hemos ido visitando cada casa para conocer la situación real de cada familia y ver de qué manera se les puede ayudar para que sus hijos puedan seguir con sus estudios de forma que la pobreza no suponga una condena de por vida.
Fredrick desea ser ingeniero aeronáutico. Sharon, a sus 7 años, desea ser piloto. Lo mismo que Barbra. Faith quiere ser música y Janet aspira a ser médico. Todos ellos sueñan con escapar de las garras de la pobreza que son bien patentes cuando el CO2 de las lámparas de keroseno, convierten en irrespirable la atmósfera.
Empezaré por referirme a Faith Muthoni. La fecha de nacimiento de ella nadie la sabe. Sus padres adoptivos celebran su cumpleaños el día en que la pequeña entró por vez primera a su hogar, el 22 de junio de 1998.
Para hablar de su padre, Duncam Wainaina, y su madre, Naomi Wanjiku, me faltan adjetivos y no me sobra ninguno. Es quizá una de las historias más impresionantes y más bellas que he escuchado aquí, pero que sin embargo aquí entra dentro de una normalidad que resulta cansina porque no es normal bajo nuestra mirada de «mizungu» procedente de país desarrollado.
Su madre me explicaba como encontró a la pequeña, a sus cuatro meses de vida, abandonada en el bosque de Ngong, cubierta por un paño. Naomi aún recuerda como lo pequeña Faith lloraba hasta que la cogió en brazos, y el calor humano, quizás de quien pensaba que era su madre, consiguió calmar a la niña.
Creo que no pudieron escoger mejor nombre para ella, Faith, Fe, la confianza en el éxito de esta niña de 12 años, brillante estudiante, que sus padres biológicos abandonaron a su suerte, mejor dicho la condenaron a morir, pero que gracias a un hallazgo casual, tiene unos padres y tres hermanos con los que convive ignorando por completo su verdadera historia.
La alegría de Faith invade los rincones de una chabola de cuatro metros cuadrados donde conviven todos los hermanos y los padres. La pequeña Faith se encargó esta mañana a primera hora de recoger los colchones y otros bártulos que había por medio porque había visita y querían recibirnos lo mejor posible.
La amabilidad, la generosidad y la hospitalidad son rasgos definitorios de los habitantes pobres de Nairobi. Pobres en lo económico y en lo material, pero ricos en todo lo demás.
Eso mismo lo he vivido en la casa de Caroline Jemutén, madre de Janet Jebef, dispuesta a compartir su exigua ración de comida con el director de Bella, Vincent, y conmigo. Caroline tiene 32 años, pero la vida le ha castigado de tal manera que aparenta bastante más. Ella sola pelea diariamente por sacar adelante a su Janet de 13 años, y su pequeño Bromwell, de 9 años, trabajando como vigilante de seguridad. Su marido la dejó hace unos cuantos años por otra mujer.
Apenas se le dejaban entrever los ojos de Caroline, inundados de lágrimas, cuando le comuniqué que su pequeña ya tenía patrocinador para que pueda poroseguir sus estudios.Por sólo 180 euros al año, se va a salvar muchas vidas, las vidas de niñas y niños que si no estudian tienen un futuro muy oscuro porque les resultará imposible acceder al mercado laboral.
Fredrick Odhiambo es un chaval de 10 años que también promete. Es el penúltimo de una familia de cinco hermanos. Ferviente seguidor del Manchester, este niño es uno de los que más destacan en el Grado 5 de Primaria de Bella. Su mente es tan despierta que aprende enseguida.
No salgo de mi asombro como estos niños que viven en unas condiciones de grave pobreza, nunca, insisto nunca, se dan por vencidos. No me lo dicen, pero lo veo en su mirada. No están dispuestos a dar su brazo a torcer al fantasma de la miseria, pero para ello necesitan el apoyo de todos nosotros. Por la dedicación de 15 euros al mes, se puede conseguir mucho, ayudar a esta generación de niños y niñas que tienen que ser los artífices de sacar a su país, Kenia, del pozo. Es un dinero destinado a sus estudios, libros, calzado y ropa.
Quien esté dispuesto a saber más de alguno de ellos porque le interesa apoyarlo en su formación, puede mandarme un email a jorge(at)jorgemestre.com y le diré cómo puede hacerlo. Quiero también aclarar que los 15 euros al mes son íntegros para los menores, mejor dicho para que sus padres lo administren, sin los costes burocráticos de ninguna organización de por medio como suele ocurrir en otras ocasiones.
Pero no quiero parecer indecoroso con los otros 45 niños de Bella que en este viaje al que le quedan dos semanas me resulta muy difícil visitar, pero que requieren del respaldo de gente como tú que estás leyendo estas líneas y que quizás piensas lo mismo que yo, que chavales y chavalas que se esfuerzan por estudiar, por crecer y por ser gente honrada, se merecen nuestro apoyo. Ellos no han tenido la fortuna de haber crecido en nuestro país. Si no fomentamos la educación de estos niños, seguiremos perpetuando la existencia de capas de pobreza en las sociedades subdesarrolladas.
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