Si hace una semana todo parecía indicar que la situación del presidente de la Generalitat, Francisco Camps, se complicaba por momentos en un camino que parecía no tener retorno, la estrategia de la defensa de Camps comienza a arrojar sus primeros frutos en aras de lograr el archivo de la causa. Una causa que ha sido apellidada hasta la saciedad como la trama valenciana del caso Gürtel, pero que con los pronunciamientos del juez Flors queda claro que no existe tal trama, que lo único que cabe por dilucidar en Valencia es si hubo o no delito de cohecho en el asunto de los trajes, que Correa y sus perpetraciones son una cosa, y la compra de los trajes, otra.

A los periodistas nos vienen muy bien los sobrenombres que jueces instructores y policías suelen designar a sus investigaciones, pero a veces confundimos la parte con el todo ya sea de manera malintencionada, por economía del espacio o por hábito.

Sinceramente, me inclino a pensar que la primera motivación es la que ha mandado en el tema que ahora me ocupa y sino por qué iba a haber alguien que hace unos días utilizase una supuesta conversación telefónica de Francisco Correa donde hablaba de la adjudicación de la instalación de unas gradas en el circuito de la Fórmula 1 en Valencia, cuando la empresa encargada finalmente del aforo no conocía otras correas que las empleadas en los montajes.

Pero lo que más llama la atención del último escrito del magistrado Flors es la reiteración una vez más a la acusación particular representada por el PSOE que no se va a ampliar la causa, que no se admiten más pruebas y que no se va a investigar a nadie más aparte de los ya encausados.

Posiblemente la oposición socialista se imaginaba este desenlace, pero al menos ha conseguido ofrecer los titulares que a modo de cortina de humo encubren la mala situación económica de España, darle carnaza a los suyos y distraer a las masas.

Creo que del caso de los trajes, todos estamos aprendiendo algo, pero aleccionador es sobre todo para nuestra democracia, que debería ser capaz de establecer mecanismos de control que impidan este uso irresponsable de la justicia más pendiente del juicio mediático paralelo, que de hallar la verdad; más pendiente de un circo chabacano y zafio que se estira y contrae como si de un chicle se tratase, que de los problemas verdaderos de los ciudadanos. Lo más sonrojante de lo que se vive en Valencia es que un partido como el de los socialistas, alternativa de gobierno, le haya cogido gusto al ejercicio de la oposición en los despachos de los tribunales.