Contrabando gasolina en Benin

Ser discapacitado en un país como Benin es un problema como en el resto de países en vías de desarrollo. En todos ellos, sobre todo los discapacitados físicos, se las ingenian como sea para ingresar dinero  aunque sea recurriendo a prácticas como la del contrabando.

Así, una de las actividades que mayor rendimiento económico está aportando a este colectivo es la del contrabando de gasolina procedente del vecino y gigante productor petrolífero, Nigeria.

Los vehículos utilizados por los discapacitados para los desplazamientos son invenciones caseras a partir de pequeñas motocicletas manipuladas de tal manera que permiten el transporte del mayor número posible de litros de gasolina. En realidad, pueden llegar a trasladar hasta cuatro bidones de 50 litros cada uno.

Los discapacitados aseguran que apenas encuentran problemas en las fronteras, pues la policía fronteriza al conocer su situación, ni les interrogan y ni les acosan, pues es la única salida que les queda a las miles de personas que necesitan ayuda económica para sobrevivir en el pozo de la exclusión social además de ser de los más pobres del mundo.

Benin es junto con Togo un pequeño estado que se ha convertido en un refugio para contrabandistas que hacen lo que les place a través de unas costas y fronteras mal vigiladas. Aparte del clásico comercio ilícito de cacao o de carne congelada, el contrabando de gasolina subvencionada de Nigeria socava el precio del combustible existente en las estaciones de servicio de Benin.

De hecho, una investigación parlamentaria realizada recientemente encontró que Nigeria estaba subsidiando casi el doble de la cantidad de combustible que consume, lo que hace que gran parte del exceso se introduce como contrabando en el extranjero.

El contrabando es habitual en toda África, un continente de fronteras porosas y con unos aranceles de importación muy punitivos para quien trate de hacer cosas por los canales adecuados.

Se estima que Benin pierde 40 mil millones de francos CFA al año [60 millones de euros] en ingresos que podrían obtenerse de impuestos a los carburantes importados legalmente. Pero el problema al que se enfrentan las autoridades es más bien un verdadero dilema. El contrabando proporciona miles de empleos informales, y aunque las tres cuartas partes de consumo de combustible del país provienen del mercado negro, acabar con él podría suponer un mayor problema que el existente en la actualidad.