Elecciones en Andalucía y lecciones de supervivencia política
La continuidad más que previsible de los socialistas andaluces en el gobierno de Andalucía plantea una serie de interrogantes que me interesa tratar de responder. Por ejemplo, ¿es normal o lógico en democracia que un partido político gobierne ininterrumpidamente durante 30 años? ¿Es sano para la propia democracia un hecho de estas características? ¿Es fruto este hecho de las imperfecciones de nuestro sistema electoral? ¿Falta mayor cultura democrática en la sociedad? ¿Qué hace un partido político para preservarse tantos años en el poder? Habrá quien diga que lo que sale de las urnas, por el hecho de hacerlo, convierte en democrática la acción de gobierno que le sucede. Sin embargo, las elecciones pueden ser democráticas, pero los modos y maneras del líder elegido pueden ser de auténtico déspota. Tengo la sensación, y a los hechos me remito, de que el electorado español muestra una madurez democrática bien diferente según vote en elecciones locales, autonómicas, o generales.
Es en éstas últimas en las que desde el año 1996 parece seguirse el mismo patrón de las democracias liberales modernas. Dos legislaturas del PP, dos del PSOE, y ahora de nuevo el PP. En los últimos años se observa un escenario donde la confianza de los electores hacia los electos no se suele renovar más allá de los dos mandatos, un primero basado en las expectativas generadas por quien acaba de entrar, donde se exige al gobernante, pero se le concede mayor margen, y un segundo mandato de gran desgaste, que suele conducir a la derrota.
Curiosamente todo esto no es reproducible en la política municipal ni autónomica española. Treinta años de socialismo en Andalucía, pero otras comunidades como la murciana, la castellano leonesa, o los casos de alcaldías como la de Valencia, son ejemplos claros de supervivencia política a quienes Bruce Bueno de Mesquita les ha dedicado su extraordinario y último libro, “The Dictator’s Handbook: Bad Behavior is Almost Always Good Politics”.
Resulta obvio que para mantenerse en el poder se requiere el apoyo de los demás. Pero este apoyo se obtiene cuando un líder ofrece a sus pilares esenciales, más beneficios de lo que podrían esperar recibir, bajo otro gobierno alternativo. Cuando alguien espera estar mejor bajo otro rival político, abandona al primero y se decanta por la nueva alternativa.
El oprobioso alcalde de la población zamorana de Peleas de Abajo, Marcelo Jurado, perseguido ahora por la justicia por convertir su municipio en el más endeudado de España, con una deuda de 18.000 euros por habitante similar a la griega, siguió este modelo y ganó elección tras elección porque llegaba a prometer a todos los vecinos que si le votaban, daría empleo a los hijos de sus fieles o haría determinados favores.
Cualquier dirigente político que quiera perpetuarse en el poder trata de ofrecer a sus seguidores más que lo sus otros rivales puedan dar. Según Bueno de Mesquita, para la supervivencia política hay cinco reglas básicas que los gobernantes utilizan:
Regla 1: Mantener la coalición ganadora lo más pequeña posible. Una coalición de pequeños permite a un líder depender de muy pocas personas para permanecer en el poder.
Regla 2: Mantener un selectorado nominal lo más grande posible. La escena política se puede dividir en tres grupos de personas: los selectores nominales, el selectorado real, y la coalición ganadora. El selectorado nominal incluye a toda persona con derecho a voto, es decir, todos los ciudadanos mayores de dieciocho años. El segundo estrato de la política es el selectorado real. Este es el grupo que realmente elige el líder. En la China de hoy (como en la antigua Unión Soviética), se compone de todos los miembros votantes del Partido Comunista, en la monarquía de Arabia Saudita son los miembros más antiguos de la familia real, en España, los cuadros de cada partido que elaboran las listas.
Regla 3: Tener control sobre los ingresos.
Regla 4: Recompensar a los principales partidarios lo suficiente para mantener su lealtad. Es el caso también de Robert Mugabe de Zimbawe quien, cada vez que enfrenta una amenaza de un golpe militar, logra finalmente pagar a su ejército, manteniendo su lealtad contra viento y marea.
Regla 5: Una política efectiva para con las masas no implica necesariamente lealtad. Al igual que los dictadores y tiranos, los líderes de las naciones democráticas siguen estas reglas, afirma el autor, ya que como todos los otros líderes, quieren conseguir el poder y preservarlo. “Incluso los demócratas casi nunca renunciarán a nada a menos que estén obligados a ello”, escribe.
En España y, concretamente en las comunidades autónomas, la transferencia de capital fruto de las transferencias de competencias ha pervertido en muchas ocasiones la verdadera finalidad del dinero público. Así lo hemos visto en Andalucía con los ERE falsos, en municipios que se han endeudado hasta límites insospechados; en empresas públicas como las televisiones autonómicas que han despilfarrado el dinero; en fundaciones que han utilizado su actividad para patrocinar o comprar lealtades al servicio del poder; y así podríamos seguir hasta conseguir explicar cómo en la micro política española, resulta más fácil ganar elección tras elección no por los méritos de quien ha gobernado sino porque ha sido capaz de crear una red clientelar que el propio sistema es incapaz de doblegar salvo que se establezcan unas nuevas reglas de juego.
Leave a Comment