Ayer, en Kenia, todos los informativos de la televisión abrieron con la reflexión del Papa sobre el uso de los preservativos. En una sociedad donde la religión católica es la segunda creencia con mayor número de fieles, este tipo de anuncios tienen un impacto especial. De hecho, aquí se anunció que la Iglesia Católica permite el uso del condón y que se suma de este modo a la actitud de la religión protestante (la religión preponderante) sobre el uso de métodos que permitan la planificación familiar.

En Kenia, como al igual que en todos los países del entorno, la población ha crecido geométricamente desde su independencia mientras que la economía no lo ha hecho del mismo modo. Un país como éste, es muy rico en alimentos y recursos naturales, y hace cincuenta años no había problemas de alimentación para ninguno de sus habitantes. Sin embargo, actualmente su producción es incapaz de abastecer al conjunto de la población.

Si a ese factor le añadimos que los habitantes de Kenia siguen a pies juntillas las palabras de sus sacerdotes, dado que se aferran a la religión con la misma fuerza que en España se hacía años atrás, los propios ciudadanos evitaban el uso de medios de planificación familiar y de este modo el resultado es que la media de hijos por familia aquí es de cinco individuos, el triple que en España.

La incidencia de las palabras del Papa puede tener especial calado para este país y su futuro inmediato, ya que era lo único que faltaba para terminar de ganarse la confianza de los ciudadanos sobre la importancia del control de crecimiento poblacional.