Esa misma pregunta me la hice ayer, pero a día de hoy y después de haber escuchado las declaraciones de Antoni Asunción en distintas emisoras de radio, me inclino a pensar que el candidato inesperado a disputar el liderazgo de Jorge Alarte ni es el candidato de la derecha como algunos sugieren, ni detrás de él hay nadie de la dirección socialista que le haya animado a dar batalla.
Más bien y por su conducta a lo largo de su carrera política, Asunción siempre ha sido Asunción. No le importó dejar de ser ministro a pesar de la oposición de Felipe González, ni tampoco se amilanó ante Joan Lerma. Antoni Asunción siempre ha hecho lo que ha querido, y ha entrado y salido de la política cuando se le ha antojado.
Yo considero al candidato sorpresa socialista un agente del cambio, un provocador, dispuesto a romper con el pensamiento único y despertar las conciencias en el partido para el que ha militado durante tantos años.
Asunción criticaba esta mañana el excesivo empeño socialista en basar su oposición en el caso Gürtel, sin haber aún sentencia judicial, y cuando existe una crisis económica, miles de personas en paro y otros problemas que han sido marginados por el PSPV en su hoja de ruta para llegar a la Generalitat.
Frente a él han empezado a surgir algunos profesionales de la política que han tachado su actitud como una osadía y a través de un argumento maniqueo pretenden recordarle que su paso por la política expiró hace años y que lo poco o mucho que le queda por hacer es situarse al margen del proceso electoral. Todo eso aderezado con acusaciones de querer enredar y desestabilizar.
A Antoni Asunción le asiste el mismo derecho que a Alarte de ser candidato socialista, pues es también miembro del partido, además de tener el privilegio, que ya quisieran algunos políticos en este país, de no depender para nada de la partitocracia para sobrevivir.
Pero lo que más me interesa no es tanto lo que se ha dicho sobre él, sino lo que él ha declarado. Su propuesta de un gobierno de coalición para la Comunidad Valenciana es una idea que también escuché a Javier Paniagua y que cada día gana más adeptos. Creo que es la tendencia generalizada en los gobiernos de los países más relevantes y aquí tendrá que llegar. Reino Unido, Suecia, Finlandia, posiblemente EE UU con una victoria republicana en las elecciones de noviembre y Alemania son ejemplos vivos de que las ortodoxias en política se han terminado y que los gobiernos basados en el consenso son los que tienen mayor recorrido. Frente a ello, la división política sólo frustra las políticas de largo alcance.
Pese a quienes se empeñan en describir a Asunción como una anécdota, ojalá contribuya con su gesto a despertar del aletargamiento no sólo a los militantes socialistas, sino a la militancia de todos los partidos.