Similitudes entre Afganistán y el Sahel
Se puede decir que hay diversas similitudes entre la situación crítica del Sahel y la de Afganistán. Las organizaciones terroristas que operan en el Sahel, ese cinturón que cruza África y separa el desierto de la sabana, son equivalentes a Al Qaeda y a los talibanes en Afganistán; el papel pivote que desempeña Argelia en la región es equivalente al de Pakistán; y la cocaína que se mueve a lo largo de la región es similar a la del opio en el país asiático. De hecho, el 40% aproximadamente de la cocaína que entra en Europa atraviesa la zona del Sahel.
La crisis desatada en Mali no ha hecho sino que agravar la zona de la región pues desde el golpe de estado del pasado marzo, sumado al caos de países limítrofes como Túnez, Libia y Egipto, y a la desaparición de Bin Laden, se ha contribuido a que haya un fortalecimiento de organizaciones como Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI), que actualmente ya es considerada por muchos como más fuerte que su matriz.
Muestra de ello es que los campos de entrenamiento de AQMI podrían estar sirviendo actualmente como centros de formación para los terroristas de Boko Haram (radicales localizados en el Noroeste de Nigeria) y de Ansar al Din (localizados en el norte de Mali).
Si trazamos una línea que se inicia en Somalia con el movimiento terrorista de Al Shabab y la llevamos hasta el extremo occidental, podremos ver que los terroristas y criminales pueden abrir un corredor, a lo largo del Sahel, que casi lleva al Atlántico y que resulta muy peligroso para la seguridad internacional.
Con la próxima retirada de las tropas de Afganistán, los terroristas necesitan nuevos pretextos para seguir practicando la violencia con el fin de imponer un califato allí donde puedan. Uno será, desde luego, seguir desestabilizando Kabul y hacer lo propio con Pakistán, pero la nueva amenaza se encuentra en el Sahel y Sáhara con AQMI y las organizaciones que se mueven en su órbita.
Por ello, la intevención militar se hace inevitable y urgente, evitar así una partición de Mali, asegurar la capital, Bamako, recuperar posteriormente Timbuktu, romper las redes de suministro de alimentos y combustible de los terroristas y garantizar la seguridad de los recursos de uranio del norte de Níger y noroeste de Mali que deben estar lejos de las manos de los radicales.
Y, por supuesto, otra iniciativa que contribuiría a la seguridad de la región es la aplicación de una política común y unificada desde todos los países.
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