Una tableta de bajo costo acaba de irrumpir en el mercado. El dispositivo de 30 euros se llama 7Ci Ubislate y está fabricado por la compañía londinense Datawind. Su mercado inicial es el de las escuelas en la India y representa el último ejemplo de innovación disruptiva.
Ubislate tiene un tamaño de 7 pulgadas, pantalla táctil, Wi-Fi, micrófono y cámara, un conector para auriculares y un puerto USB. Para las personas que no pueden soñar con tener incluso un iPad de primera generación, es más que suficiente, pues tiene todo lo que necesita para ser completamente funcional en Internet.
El presidente de Datawind es Singh Suneet Tuli, nacido en India y criado en Canadá. Singh asegura que el coste de fabricación de una Ubislate es de aproximadamente 27 euros. Ha sido capaz de mantener un precio bajo usando el sistema operativo gratuito Android y semiconductores baratos que se encuentran en los teléfonos móviles de gama baja. Además, su empresa ha descubierto la manera de hacer su propio panel por detrás de la pantalla de cristal líquido. La pantalla LCD sí que se sigue fabricando por una empresa externa.
El ejemplo de Datawind muestra que la innovación emprendida en países como China o la India no se basa únicamente en la imitación y en la mano de obra barata, pues están muy concienciados en rediseñar productos y procesos que recorten gastos innecesarios.
La empresa se enfrenta ahora a un pedido del gobierno indio de 100.000 unidades, con destino a las escuelas de la India para finales de año. Después de ese primer paso, se espera un nuevo encargo de otros cinco millones de unidades para también las escuelas.
El objetivo es dotar a los 220 millones de estudiantes que hay en la India de una tableta y conexión a Internet de bajo costo. Es decir, más consumidores tendrán acceso a los bienes y servicios que hasta ahora eran sólo de unos pocos, lo que será también una bendición para los consumidores occidentales.
Las tabletas “low cost” acabarán llegando a EE UU y Europa. La Google Nexus 7 cuesta actualmente 199 euros, pero hay quien afirma que será un dispositivo que en uno o dos años, no llegará a los 50 euros. “La venta de aplicaciones financian los costos de hardware, por lo que los dispositivos llegarán a ser gratis para los consumidores”, afirman desde Gartner.
El precio de la Ubislate es un paso aún mayor que el proyecto “One Laptop per Child” de Nicholas Negroponte que en un año ha distribuido más de dos millones de ordenadores, con un precio de 150 euros cada uno, en los países en desarrollo. Estos ordenadores portátiles, llamados XO, son fabricados por Quanta Computer de Taiwan.
Precisamente, Negroponte presenta esta semana en Cambridge, Massachusetts, las conclusiones de un estudio que ha realizado sobre la interactuación de niños y niñas de Etiopía con iPads. A cualquiera de nosotros nos podría recordar el argumento de la botella de Coca Cola caída desde el cielo en África a lo largo de la película “Los dioses deben estar locos”.
Pero la pretensión de Negroponte y sus colaboradores era más interesante. ¿Qué podemos hacer con los 100 millones de niños que no tienen oportunidad de hacer sus estudios de Primaria? , se interrogó. Para ello decidió enviar cientos de iPads plenamente cargados a dos aldeas de Etiopía, una para cada niño, sin ninguna clase de instrucción o material didáctico.
Las tabletas sólo venían con un panel solar, pues no hay electricidad en estos pueblos, y juegos, libros, comics, películas, con el fin de analizar el manejo de los dispositivos por parte de los niños y comprobar si serían capaces de aprender a utilizarlos. Cada tableta se monitorizaba semanalmente de forma remota y por medio del proceso conocido como “sneakernet”.
A los pocos minutos de la llegada de los dispositivos, los niños los extrajeron de las cajas y los encendieron ellos mismos. Después de la primera semana, se utilizaron 47 aplicaciones de media por día. A las dos semanas, los niños ya jugaban a competir entre sí, por ejemplo para ver quién conocía más letras del abecedario.
Lo que Negroponte y sus colaboradores han descubierto es que posiblemente los niños podrían ser capaces de aprender a leer por sí solos a través de la tecnología, y poder llegar de este modo al resto de 100 millones niños de forma mucho más rápida de lo que se puede hacer a través de la construcción de escuelas.