En mi artículo de ayer, «EE UU-Rusia: ¿Una nueva guerra fría en el horizonte?«, ya apuntaba que Rusia está ampliando su esfera de influencia en esta tendencia neoimperialista del presidente ruso, Vladimir Putin, que pasa por aumentar su poder sobre las antiguas repúblicas soviéticas para hacerle frente a Occidente, especialmente a la hegemonía de EE UU, sobre todo en Oriente Próximo y Asia Central.
Hoy voy a exponer dos importantes hechos ocurridos en las últimas horas que avalan esta teoría. Por un lado, y bastante despercibida ha pasado en España, el anuncio de Armenia a formar de la Unión Aduanera de la que forman ya parte Rusia, Bielorrusia y Kazajistán. Con este hecho, Armenia que realmente sólo exporta alrededor de un 17% de sus productos a esta zona frente al cerca del 31% que le vende a países de la UE, ha tomado una decisión incentivada más por otras razones que las meramente económicas.
Rusia cuenta con base militar en Armenia y, tradicionalmente, ha sido país aliado suyo frente a Turquía y frente a Azerbayán. Sus amenazas principales como país caucásico son las amenazas yihadistas y el conflicto inconcluso por el contro de Nagorno Karabaj. Creo que Armenia ha antepuesto su seguridad nacional por su situación geoestratégica a las relaciones comerciales que le podrían beneficiar a largo plazo. Este hecho debería inducir a la reflexión en el seno de los dirigentes de la UE en el sentido de que mientras los estados europeos se organicen como un mercado para comprar y vender más barato, pero sin profundizar verdaderamente en otras materias como seguridad y defensa, habrá países que no querrán subirse al carro de la UE y buscarán un socio, como Rusia, que también les dé garantías de protección.
Y aquí va mi segunda prueba de lo que digo. No os perdáis el video que va con la noticia porque aparece entrevistado el presidente de Kirguizistán, Almazbek Atambaev, quien revela tres claves fundamentales: el cierre del Centro de Tránsito de Manas en Kirguizistán que tanto le ha servido a los EE UU; el abrazo a Putin y su compromiso de entrar en la Unión Euroasiática diseñada por Rusia; y la relación con China.
En conclusión, hay quien apunta que no puede existir Guerra Fría porque ya no hay dos bloques ideológicos enfrentados. Sin embargo, el hecho de tener dos visiones del mundo ya es una diferencia importante que si lo sumamos a intereses nacionales también enfrentados de EE UU y Rusia, pueden nacer nuevas estrategias de suma cero. Dependerá de la paciencia de cada uno.