Cuando queremos referimos a la perversión de alguien por llevar a cabo algo de importancia y a hurtadillas, añadimos dos sustantivos, alevosía y nocturnidad. Pues bien, viendo lo visto esta semana, yo ampliaría la retahíla con la palabra estuosidad. Digo esto porque durante agosto se han vertido sobre la opinión pública tres temas de gran importancia y que no deberían haber sido abordados con el desapercibimiento propio del mes en el que estamos, y no porque los españoles se encuentren de vacaciones, sino porque una gran parte de la sociedad permanece desconectada de los problemas que aparcó hace un mes y que se reencontrará con ellos en breve.
Los temas a los que me refiero son la reforma laboral, la reforma de las pensiones y la subida de impuestos. Sobre la primera, sin dar margen a la reacción, ni siquiera a sindicatos, se ha aprobado con la reducción a 30 días del plazo que un parado puede negarse a recibir cursos de formación. Eso ha sido un ejercicio de estuosidad.
A los españoles no se les puede privar el debate público de ninguna de las políticas que quiera introducir el Gobierno y hacerlo en estas fechas resta oportunidad a la ciudadanía de expresarse con las mismas posibilidades que tiene durante el año.
Los otros dos anuncios que como ciudadano sigo con inquietud han sido el de la reforma de las pensiones y la posible subida de impuestos. Apenas ha habido reacciones esta semana a ese cambio en la edad de jubilación. Las que he conocido más bien han sido tibias y prácticamente se da por sentado, con los anuncios de los ministros Corbacho y Salgado, que va a haber modificación.
Como ya decía esta semana en un artículo anterior, nos encaminamos a la ciudadanía del menos por más. Más impuestos y más obligaciones, pero menos contraprestaciones por parte del Estado. No soy sospechoso de defender la economía del subsidio, por supuesto, me refiero a esas mejoras vitales que toda sociedad necesita para su futuro y de las que aquí aún carecemos.
¿Y qué hay de los impuestos? José Blanco dijo una cosa a mediados de mes y, en esa rectificación constante a la que el Gobierno nos tiene acostumbrado desde que la crisis económica le superó, la ministra Salgado le corrige y añade que de la subida de impuestos sólo para los que más tienen. Quizá la vicepresidenta y ministra de Economía haya comprobado que un 27 de agosto ya no pueden realizarse movimientos con estuosidad.