Sobre Terra Mítica han recaído los tres peores males, como si de las diez plagas de Egipto se tratase, que pueden pesar sobre cualquier empresa pública. Léase. Uno, ejecutar los proyectos con la mentalidad puesta en el vecino para ser mejor que él y sin plantearse la viabilidad que realmente pueda tener. Eso en el caso de Terra Mítica se plasmó cuando se pretendió ser mejor que cualquier otro parque temático de España, sobre todo, Port Aventura y como no, poder recibir los más de tres millones de visitantes cuando ahora mismo la cifra de asistentes no llega ni al millón.
El segundo de los males es que la Generalitat no ha sabido, podido o querido desprenderse de sus acciones en el recinto. Me parece bien que el dinero público sirva para impulsar económicamente proyectos empresariales y dotarles del empuje necesario. El problema es que Terra Mítica ha cumplido 11 años de vida y el Gobierno valenciano sigue siendo su principal accionista con el lastre económico que supone para las cuentas públicas y de todos los ciudadanos valencianos.
Y si la Generalitat no se ha salido del parque es porque sin esas inyecciones constantes de capital, el macroparque hace dos años que no podría haber abierto sus puertas. Pero el agujero de Terra Mítica no ha afectado solamente a las arcas de la Generalitat, sino también a los de la CAM y Bancaja. Sin el dinero que se han dejado en el camino las cajas valencianas con el recinto de Benidorm, su situación patrimonial sería bien diferente. La Generalitat debería haber vendido su participación en el capital, de más del 20%, hace años y haber recuperado los millones y millones de euros que nos ha costado a los valencianos.
El tercero de los problemas es la opacidad con la que se manejan las decisiones sobre el parque. A mí me no me importarían dichas medidas si se tratase de una empresa completamente privada. Pero no es el caso. Aquí vamos de sorpresa en sorpresa. El vicepresidente del Consell, Gerardo Camps, dijo tras anunciarse la cesión de la explotación a Aqualandia – Mundomar que se iban a respetar todos los puestos de trabajo. Sin embargo, hace dos días conocimos que se va a despedir a los más de 600 trabajadores que trabajan allí dentro de un mes y durante al menos los próximos seis meses. El único alto cargo que ha dado explicaciones ha sido Vicente Rambla, cuando esta labor le correspondía al vicepresidente Gerardo Camps, sorprendentemente desaparecido.
Con la decisión emprendida por los nuevos gestores del parque de ocio ni se recuperará la caída de visitantes, ni la caída de la facturación en este ejercicio. Pero poco parece importar eso ahora que Terra Mítica ha pasado de ser un dolor de cabeza a una cefalea.