La atmósfera que envuelve Kenia no es nada liviana y de vez en cuando es bueno darse una tregua. Es lo que hice ayer. Descongestionarse un poco de todo lo que ves y te rodea, con una cerveza con otros europeos que están aquí para lo mismo que yo, contribuye a ello. Ayer Daniel, con acento en la a, salió del hospital donde ha estado ingresado un par de días. Todo fue por unas patatas fritas que se le antojaron de un puesto ambulante y le supusieron un buen disgusto. Cualquiera puede imaginarse el volcán en erupción en el que se transformó Daniel. Al parecer el aceite estaba sucio, en malas condiciones, como la gran mayoría de lo que puedes encontrarte fuera de supermercados o cafeterías de centros comerciales.
No me fío de estos puestos callejeros, aunque la comida en Bella a base de ugali y kale con los dedos como herramienta, no es que parezca mucho mejor, pero la realidad es que mi estómago no ha reaccionado mal.
Hoy me dispongo a describir la realidad a través de la parte licuosa del vaso, no la que está vacía. Desconozco cuánta agua hay pero veo que es la suficiente como para seguir creyendo en que saldrán algún día de la pobreza.
La misma situación del país ha agudizado el ingenio de sus emprendedores, y estos últimos días he conocido iniciativas interesantes que me hacen ver que lentamente se irá ganando la partida a la miseria.
Eran las 10 de la mañana del pasado martes y David Monari recibe una llamada. Es Linda Muragui, 16 años, una estudiante que se encuentra a 780 kilómetros de Nairobi, casi en la frontera con Uganda donde acaba de terminar los exámenes de bachillerato y quiere regresar a la capital keniana pero no tiene recursos para hacerlo.
Encontrar una solución a ello hace unos años hubiera sido imposible o inviable en menos de 48 horas. Sin embargo, David en cuestión de dos minutos lo soluciona a través de un mensaje de SMS a través de la plataforma que Safari.com tiene creada para envíos de dinero. La cifra, 20 euros para el billete de regreso en autobús, ya la tiene Linda en su poder.
El propio Monari me cuenta que este servicio lo lleva utilizando desde hace unos cinco años y le ha supuesto ahorrarse muchos quebraderos de gente que necesita urgentemente contar con dinero para afrontar pagos urgentes.
Por otro lado, la empresa East African Packaging Industries (EAPI) se ha propuesto hacer más asequible las ceremonias de despedida de los seres queridos de los kenianos. ¿Cómo? Sacando al mercado unos ataúdes fabricados en cartón reciclado con asas de plástico y que suponen un ahorro de más de 300 euros respecto a los ataúdes convencionales de madera. El invento se llama “Eco-Jeneza”.
Este ahorro equivale a las ganancias de medio año de cualquier keniano pobre. Aquí las cremaciones no funcionan, será por costumbres sociales, e introducir un ataúd en material biodegradable obliga a un cambio de mentalidad, tal y como dice Meshack Dwallow, director de marketing de esta empresa.
Pero el ingenio de los individuos de esta sociedad no termina aquí. Ya comenté que el problema del agua es acuciante. El agua que se distribuye está contaminada y no es apta para su consumo sin ser hervida previamente, lo que a su vez implica el sobrecoste del carbón o gas que en el caso de los más pobres es un problema añadido. La tecnología que han empezado a emplear en los slums, como Kibera, está basada en la desinfección propiciada por los rayos solares ultravioletas. El método es bien sencillo y consiste en introducir el agua en botellas de plástico transparente que se dejan reposar durante unas cinco horas en los tejados metálicos de las chabolas. Como resultado, las familias se ahorran un dinero en combustible y pueden destinarlo a adquirir alimentos.
El método Sodis, como se le conoce, es promovido actualmente por la Organización de Agua de Kenia y Salud (Kwaho) y además de en Nairobi se ha extendido por otras zonas como Kisumu, en el norte y oeste del país.
Y finalmente me referiré al joven de 23 años, Evans Wandogo, un agente movilizador del cambio en Kenia, gracias a su invento de lámparas solares que sustituyen a las de keroseno que se emplean en millones de hogares del país donde no hay electricidad. Se trata de unas lámparas más respetuosas con el medio ambiente pues no emiten CO2 y más asequibles para las comunidades pobres.
El joven ingeniero se enfrenta a figuras empresariales como Richard Branson, presidente de Virgin, en la selección final de los premios “Héroe” que la cadena de información en televisión CNN entregará próximamente. Aquí en Kenia esto se vive casi como una especie de Eurovisión, con las televisiones y los medios escritos movilizando a los kenianos para que apoyen a su compatriota. Ellos le apoyan y yo también.