Scott E. Page es profesor de Ciencia Política -entre otras asignaturas- en la Universidad de Michigan. Hace un par de semanas me remitió un email, como al resto de miles de alumnos de su curso sobre «Pensamiento de Modelos» en coursera.org, porque estaba preparando para la Universidad de Wisconsin un informe sobre el sistema universitario dentro de 100 años. Las preguntas que Scott lanzaba eran poco menos que provocadoras, valientes y vertiginosas: ¿Existirán los campus universitarios en 100 años? ¿Qué porcentaje de la enseñanza será online y qué otro presencial? ¿Serán las universidades como un menú a la carta donde cada uno seleccionará las asignaturas que mejor le vayan para su formación? ¿Qué costará dinero y que será gratuito? ¿Reemplazarán los certificados a los grados?
Sería aconsejable que este debate sea trasladado a una sociedad como la nuestra, la española, sobre todo en un momento en el que la tasa de desempleo de los jóvenes licenciados es indignante. España se sitúa a la cabeza de los rankings internacionales en formación de directivos y presume de tener tres de las escuelas de negocios más prestigiosas del mundo (IE, IESE y ESADE). Sin embargo, no hay ninguna universidad española que aparezca entre las 150 primeras.
Los expertos creen que hay que otorgar una mayor autonomía a los centros docentes y fomentar una mayor competencia entre universidades, vinculando los recursos públicos a sus resultados. Yo añadiría que hay que seguir un proceso de fusión parecido al del sector bancario español, evitar así duplicidades, ahorrar gastos de gestión y sustituir las batallas de «egos» de algunos rectores por otras más sanas asentadas en la formación.
El doble de universidades en 30 años
Hace 28 años, en 1984, España contaba con 34 centros universitarios y unos 700.000 estudiantes. En 1995, había casi un millón y medio de estudiantes repartidos en 51 universidades; cinco años más tarde, el número de centros pasó a 61 y diez años después ha abierto una veintena más.
¿Para que queremos tantas universidades si luego no son capaces de insertar laboralmente a sus estudiantes? La misión última de las universidades no es precisamente la de formar titulados en desempleo. Actualmente, no hay datos oficiales del número de alumnos empleados por los centros universitarios españoles, y eso debería formar parte de las exigencias que el Gobierno debiera hacer cumplir con el fin de conocer los niveles de competitividad de cada una de ellas. Porque muchas universidades españolas han parecido más centros de educación de proximidad que generadores de riqueza para la sociedad.
Habrá quienes digan que nuestros estudios universitarios son de una gran exigencia y nivel, que los ingenieros españoles son ampliamente reconocidos en el extranjero, igual que nuestros profesionales sanitarios y otros titulados universitarios. Estoy de acuerdo, pero con lo que no lo estoy es que formemos titulados incapaces de ser absorbidos por nuestro mercado de trabajo e incluso no se les haya formado sobre la base del emprendedurismo.
También carece de sentido que las universidades sean financiadas de igual manera cuando sus resultados académicos y de inserción laboral son bien distintos. Donde estén los resultados, debería estar la financiación.
La aparición de tantas universidades en los últimos 30 años no sólo ha sido un hecho surgido al albur de la descentralización del Estado y la tentación de todo presidente de comunidad autónoma que se preciara de inaugurar un campus de vez en cuando. Por ejemplo, qué razón objetiva había para crear la Universidad Miguel Hernández de Elche a partir de la segregación de la Universidad de Alicante cuando sólo les separa 25 kilómetros.
Haber llevado las universidades hasta la puerta de casa de los españoles no parecería tan grave si no fuera porque no nos lo podemos permitir. Pero la abundancia no ha traído una mayor calidad, sino al revés. En 79 universidades y 236 campus, no queda hueco para la excelencia. Para más inri, la tasa de abandono de los estudiantes es del 30% (frente al 16% europeo) y sólo la tercera parte de los universitarios obtiene su título sin repetir ningún curso.
Según la Conferencia de Rectores de Universidades Españolas (CRUE), podríamos prescindir de un 13% de las titulaciones (el 30% de ellas carece de número mínimo de alumnos), ya que los alumnos se han reducido un 15% durante los últimos años.
El modelo finlandés
Un ejemplo a seguir sería el modelo finlandés. El país nórdico cuenta con muchas menos universidades, 16 en total, todas ellas de acceso gratuito. No es ninguna coincidencia que Linux, MySQL y Skype iniciaran su actividad en esta pequeña región, fría, y alejada de los centros de decisión empresarial tradicionales. Precisamente Linus Torvalds, creador del sistema operativo Linux, me expuso recientemente en Helsinki que el hecho de subir las tasas universitarias en España a los estudiantes supone un «error» porque equivale a hacer una criba injusta entre pudientes y quienes no lo son, en lugar de seguir otros criterios más racionales y justos.
El propio Torvalds me reconoció que si tuviera que agradecer a alguien haber podido llegar a crear su sistema Linux era precisamente al sistema universitario finlandés.
¿Qué tienen en común Torvalds y el popular juego «Angry Birds»? Aparte del ADN finlandés, tanto los padres del mencionado juego, emprendedores de Rovio, como el propio Torvalds fueron alumnos de la Universidad Tecnológica de Helsinki. Dicho centro pasó a llamarse Aalto University en 2010 tras la fusión de la Universidad Tecnológica con otros dos campus universitarios, la Helsinki School of Economics y la Universidad de Arte y Diseño. En dos años desde su creación Aalto University ha escalado puestos en los famosos ranking mundiales de universidades para colocarse entre las 200 primeras, y en los dos próximos años esperan ascender otras 100 posiciones.
Aalto University es una universidad con 17.000 alumnos que se ha tomado muy en serio la formación de universitarios emprendedores. Su programa conecta estudiantes, facultad y actores de la financiación. Su intención es atraer estudiantes e investigadores desde cualquier lugar del mundo a estudiar en la universidad e iniciar nuevas empresas en Finlandia. De hecho, Aalto University tiene como misión hacer de Finlandia un punto de emprendedurismo de primer orden en Europa.
El Centro de Emprendedores de Aalto Unversity está dirigido por Will Cardwell. La misión de dicho departamento es la de orientar la educación al emprendedurismo, la investigación docente sobre emprendedurismo, crear servicios de innovación, transferencia de tecnología y servicios dirigidos a los emprendedores. Todo ello se resume en un único objetivo: promover la mentalidad emprendedora en sus estudiantes.
Cardwell admite que la ventaja competitiva de las universidades en el futuro no será tanto la de crear buenos profesionales, sino la de crear emprendedores capaces de interactuar en un mundo interdependente como el actual y sean capaces de atraer talento.
El número de compañías impulsadas por Aalto University ha sido de 30 en dos años y el número de patentes fue de 20 en 2010. Para poner las cosas en perspectiva, la labor investigadora contrasta claramente con los centros universitarios españoles, con una media de 5 patentes PCT por universidad. En España no hubo ni un sólo campus, con la excepción de la Universidad Politécnica de Madrid (27) y la de Sevilla (22), que superara dicha cifra.
La universidad finlandesa es la promotora de Altoes, la comunidad de jóvenes emprendedores más activa de Europa, cuyo ámbito de acción sobrepasa las fronteras de la poco habitada Finlandia y se extiende al resto de países bálticos y Norte de Rusia.
La mayoría de eventos que crea Aalto se celebran en su famoso garage, Aalto Venture Garage, antiguo almacén de la universidad y convertido en la actualidad en un espacio de «co-working» para emprendedores.
Pero para emprender en el «garaje» de Aalto University, uno tiene que haber sido seleccionado previamente en el programa «Startup Sauna» que consiste en un plan intensivo de entrenamiento de seis semanas para 15 equipos. Cada uno de ellos se instalará en el «garaje» durante el entrenamiento y que finalizará con el desayuno con inversores y el «Día D» (demo day) al final del período. Hasta la fecha ya han pasado un centenar de empresas por dicho programa.
Aquellos equipos que hayan presentado mejores diseños de empresa, tecnología y aplicaciones, serán llevados a Silicon Valley para reunirse con inversores, clientes y medios de comunicación.
La Universidad tiene otro programa interesante: «Start up Life» un plan para becarios de 3-12 meses que lleva a los estudiantes de mayor talento a las mejores start-up de Silicon Valley y Nueva York, con el fin de que los estudiantes aprendan de los mejores empresarios. Desde esta dirección http://startuplife.fi/jobs/, quien quiera optar a una beca en start-ups puede encontrar la oferta existente e intentar acceder a ellas.
“Startup Sauna” también es el promotor de “Slush” un evento que se celebra desde hace tres años, en otoño y primavera, de dos días de duración, donde el mejor talento del Norte de Europa y Rusia se une para atraer inversores y la atención de los medios de comunicación de todo el mundo.
Para la edición del 21 y 22 de noviembre próximos está confirmada la asistencia de 200 inversores, 500 emprendedores, 2.500 invitados, 50 conferenciantes, todos ellos procedentes de 21 países.
He llegado hasta este punto, hablando de emprendedores, talento, inversores, modelo finlandés…, habiendo comenzado con las universidades españolas. Si el Gobierno y las propias universidades quieren marcar la diferencia y dejar que el 50% de paro juvenil actual se quede como un episodio oscuro de nuestra historia reciente, ¿no tendrán que empezar a cambiar las cosas en nuestro sistema universitario?