La CMT ha hecho una gran aportación frente a la cacareada visión apocalíptica del colapso de las redes y que hacía peligrar las tarifas planas según dijo hace un mes, con más estuosidad que majestuosidad, la jerarquía directiva de Telefónica.
¿Pidió Telefónica caldo? Pues la CMT le sirve dos tazas. Me explico. Que la Comisión del Mercado de Telecomunicaciones haya autorizado a una comunidad de vecinos compartir los gastos de acceso a Internet siempre que se cumplan unos requisitos lógicos como que no haya ánimo de lucro, es un gran paso hacia lo que debe ser un cada día mayor acceso universal a la Red, una democratización de las nuevas tecnologías y contribuir a la no saturación de las redes de datos.
Mucho se había dicho desde que el pasado mes de agosto las cabezas más privilegiadas de Telefónica alumbrasen a su consejero delegado para que lanzara la idea de que había llegado el final de la tarifa plana con la excusa de la saturación de las redes aunque realmente escondía una intencionalidad clara por engrosar su cifra de negocios.
Telefónica, lo escribí en agosto, pierde día tras día ingresos por las llamadas de teléfono, no sólo en fijo sino también en móvil. La razón estriba en que los ciudadanos hablamos cada vez menos por teléfono y lo hacemos más por las redes sociales o correo electrónico, es decir, movemos más las redes de datos.
Ante este panorama, el temor real de Telefónica es ver limitados sus ingresos en Internet porque puede llegar un día en que se llegue a un máximo de usuarios que le den un uso verdaderamente intensivo de Internet (descargas, navegación, redes sociales, telefonía, etc.) y que no suponga el ansiado ingreso añadido a la compañía.
En resumen, a Telefónica no le hace ninguna gracia que usemos Internet para hacer justo lo que antes hacíamos con otros servicios de la empresa, como era hablar por teléfono o mandar mensajes de texto.
Las operadoras no saben qué hacer para apresurarse y llegar a tiempo en los cambios de hábito que los usuarios estamos haciendo en las formas de comunicarnos.
Telefónica me recuerda cada día más a la Compañía Ferrocarril de Pensilvania (PRR) que allá por los años 30 del pasado siglo intentó convertirse en una empresa de transporte multimodal con líneas de transporte por tierra a través de autobuses o camiones, y aire. El resultado, un auténtico fracaso.
Los historiadores y los economistas atribuyen dicho estrepitoso desenlace a los gestores de la compañía quienes exigieron una regulación del transporte que evitara la entrada de competidores en, por ejemplo, el transporte por carretera. Sin embargo, sus deseos de controlar y hacer interminables su dominio chocaron con la realidad y llevaron a PRR a la quiebra 40 años después.
La historia empresarial está llena de ejemplos que incitan a la reflexión sobre los mismos y evitar errores que se hayan podido cometer en el pasado. Pero desgraciadamente, allí donde haya intervención humana, se corre el grave riesgo de volver a errar.
Por tanto, es una equivocación la pretensión de querer compensar todo los ingresos que se pierden en llamadas a través de nuevos ingresos en datos. La experiencia de EE UU puede sernos ilustradora. Allí, las operadoras esperan doblar sus ingresos por transmisión de datos a partir de la eliminación de la tarifa plana hacia tarifas escalonadas, idea que han imitado las operadoras de todo Occidente, y como no Telefónica también.
Pero allí, para aligerar la carga de sus redes, una compañía líder como AT&T vende microcelulares para sus clientes de telefonía móvil para que se lo instalen en sus viviendas y que se conecten via Wi-Fi en lugar de hacerlo directamente con el móvil. Eso me recuerda a los tiempos en los que yo conecté mi PDA iPaq a la red WiFi e instalé el Skype para hacer llamadas a fijos y móviles, eso sí, con tal pésima calidad que tuve que desistir en mi empeño alienador de las operadoras tradicionales.
Otra de las acciones que están desempeñando las operadoras en EE UU es instalar routers en los tejados de los edificios para para canalizar un 20% del tráfico a Wi-Fi. Y ese debería ser el camino a seguir también en España, llenarlo de miles hot spots y aliviar el pesar de las operadoras con la lamentable excusa de la congestión de sus redes.
¿Qué piensas tú?