Expresiones como “progre”, “socialista de champán”, “nuevo rico”, “progre caviar” o “progre de salón” han sido utilizadas como artillería pesada por parte de la derecha ideológica a la hora de descalificar muchas de las conductas, modos y modas naif de no sólo dirigentes políticos o de algunos autoproclamados intelectuales, sino también de gente de a pie que se identifica como de izquierdas por aquello de la defensa de ideales supuestamente asociados a la izquierda como la igualdad universal, reparto de la riqueza y solidaridad.
Sin embargo, parece que no toda la música entona al unísono entre los votantes de izquierdas. Así parece haberlo descubierto James Rockey, un profesor de economía en la Universidad de Leicester, tras analizar las opiniones de 136.000 personas en 82 países de todo el mundo, España incluida, durante un período de 20 años, con los datos de la Encuesta Mundial de Valores. El propósito de la investigación era examinar dos cuestiones: en primer lugar, ¿cómo varía la ideología de la gente en función de sus características demográficas, es decir, edad, ingresos, sexo, etc.?, y en segundo lugar, ¿cuáles son las diferencias entre las percepciones ideológicas de la gente y sus opiniones políticas reales?
El estudio observó dos preguntas de la Encuesta Mundial de Valores. La primera preguntaba a las personas que se situaran en una escala ideológica de 1 a 10, siendo 1 la extrema izquierda y 10 la extrema derecha. La segunda indagaba el punto de vista de la gente acerca de la distribución de los ingresos en una escala de 1 a 10, donde 1 se identificaba con la afirmación “los ingresos deben ser más igualitarios” y 10 que representaba una afinidad con la frase “necesitamos mayores diferencias de ingresos como incentivo al esfuerzo individual”. La respuesta pretendía medir la creencia en la redistribución de las rentas o en la eficiencia de los mercados.
De acuerdo con el estudio del profesor británico, la gente de izquierdas ofreció respuestas insólitas y chocantes con su ideología cuando se le preguntaba por temas relevantes. Así, aquellos que percibían mayores ingresos, eran al mismo tiempo simpatizantes con la idea de que las diferencias de ingresos sirven para recompensar el esfuerzo personal de cada uno. Es decir, que muchos votantes de partidos de izquierda son valedores de cuestiones como el aborto o matrimonios entre homosexuales, pero son conservadores cuando se trata de cuestiones económicas.
¿Qué podría querer decir esto trasladado a la situación española? Pues que en las próximas elecciones generales, si la política económica y fiscal prevalece como cleavage político, una gran parte de los votantes de izquierdas depositarían su papeleta apoyándose antes en su cabeza, más conservadora en lo económico, que en su corazón de izquierdas.