Una tras otra
Cuantos neocon, cuantos neoliberales hay en el mundo…, exclamarán algunos cuando hayan leído algunos de los ratios y adjetivos que a España le han colocado el Financial Times, Transparencia Internacional y los propios ciudadanos.
Algunos de ellos se lamentarán el no poder coger de las solapas de la americana a Bush y Aznar y convertirlos en el pim-pam-pum de todos los males que azotan a nuestro país, porque todavía no encuentran la manera de hacerlo con Merkel o Sarzoky.
Que España sea el último país de la UE en salir a flote de la crisis…, la culpa será de Aznar. Que el paro español sea mayor que el de Francia, Alemania y Reino Unido juntos, la culpa será de…, pongamos a Bush. Que la ministra de Economía sea la cuarta peor de Europa, según el Financial Times, la culpa será de Solbes por haberle dejado un marrón de aúpa. Que España haya perdido en el último año cuatro puestos en el ránking de corrupción y se encuentre en el puesto 18 de los 30 países europeos, la culpa será de la ineficiencia de todas las instituciones democráticas menos la del gobierno Zapatero. Que Internet en España sea el más caro y más lento de Europa pese a la propaganda de Miguel Sebastián de convertirlo en un derecho universal…, los deshonores serán para Camps o de Esperanza Aguirre…, y así podríamos seguir haciendo un ejercicio de análisis de un Gobierno improvisador, incapaz, inmóvil e inepto para hacer frente a los problemas que se enfrenta nuestro país.
La pregunta que cualquiera podría hacerse, sencilla y directamente, sería ¿cuál ha sido la aportación de dos legislaturas socialistas al porvenir de España? Más allá de aquellas normas que se puedan legislar a golpe de BOE, la pregunta encontraría una dudosa respuesta. Ni en economía, ni en la política autonómica, ni en educación, ni en el mercado laboral, ni en sanidad, ni en la industria, ni en política exterior, ni en innovación, ni en medio ambiente…, sólo salvaría el éxito logrado en la reducción de siniestralidad en las carreteras, porque en todos los demás aspectos nos encontramos con una sociedad hundida, más pobre, con rencores abiertos, con una clase media en vía de extinción, incapaz de acceder a una vivienda y que se sumerge poco a poco en el agujero propiciado por quienes nos gobiernan.
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